martes, 8 de enero de 2019

Malas asesorías para crear un canal de TV



Desde el otro lado de la pantalla, la televisión debe ser trabajada y tratada más con pasión que como un negocio. Tener esta apreciación hará que todos los involucrados perciben las pérdidas más como aprendizaje que como inversión perdida.

A lo largo de mi experiencia en los medios he visto como muchas empresas y propietarios de canales han hecho grandes inversiones técnicas, operativas y de infraestructura que a la larga no dejan beneficios económicos y en consecuencia no ven de manera retroactiva lo invertido. Muchos terminan por desinteresarse del negocio y terminan dedicándose a otra cosa o a seguir en el mismo sin asumir los costos que se amerita. Otros, ven todo como un proceso necesario que conlleva consigo esta industria de audio y video.

Dentro de la televisión hay muchas áreas que pueden generar cierta confusión a los que se han dedicado exclusivamente a algunas de ellas, no a todas. Quienes se especializan en la parte técnica y de ingeniería, independientemente de sus conocimientos en otras áreas, su fortaleza y zona de confort son las previamente indicadas. Arriesgarse en responsabilidad e invertir tiempo y dinero en las demás pueden convertirse en una aventura infructuosa y muy costosa. Lo propio en el área de producción, administración y finanzas.

La televisión es una de las áreas de las telecomunicaciones más exigentes y constantemente cambiantes, ya que sus constantes actualizaciones ameritan una vanguardia técnica y operativa cada vez más costosas. No todos pueden “jugar a la televisión” para salir airosos en el negocio, y más cuando existe tanta competencia que dificulta en gran medida el retorno de las inversiones. El único retorno seguro es el del aprendizaje.

Anécdota sobre una fallida asesoría

Hace poco el conocido productor de un tradicional y establecido programa de la televisión dominicana me contrató para asesorarle en el proceso crear un canal de TV para el cable (Lo llamaré Sr. X). Hizo muy bien en buscar a alguien que conociera el negocio y el mercado para tales fines, pero hizo muy mal en buscarme cuando ya había hecho una serie de costosas inversiones por cuenta propia (siguiendo la asesoría anterior de un allegado).

La fortaleza del Sr. X radica en el proceso que implicaba la producción de un programa de panel, con algunas secciones exteriores grabadas previamente. Pues para él, su inversión básica consistía en hacer un estudio de TV pequeño, con fondo de tela verde que le permitiera hacer el 80% de las escenografías con diseños a ejecutarse en croma (extraer un color de la imagen y reemplazar el área que ocupaba por otra imagen). En ese mismo orden, compró atractivas luces frías fijas para cubrir las tres paredes del estudio, tres pequeñas cámaras digitales aficionadas - con sus respectivos trípodes - conectadas a un pequeño switcher de producción, una pequeña consola de audio para los tres micrófonos inhalambricos adquiridos y una computadora para editar/post-producir lo grabado.

El Sr. X compró uno que otro equipo técnico que le permitiría hacer el transfer de video/audio entre el switcher de producción, estudio y la salida que iría a la compañía de cable que retransmitiría su señal. También adquirió un inversor eléctrico que soporta por cierto tiempo la operatividad de lo detallado, ante las futuras interrupciones del servicio eléctrico.

El Sr. X habilitó todo en un pequeño espacio adjunto a su hogar (ya todo pintado y equipado). Ese espacio que sería el canal de TV estaba comprendido por: una habitación donde están juntos el área del switcher de producción/audio, rack de equipos técnicos e isla de postproducción; estudio; camerino; área de utilería, y recepción (donde está el único escritorio existente en el proyecto). Todo bajo la cobertura de un circuito de cámaras de seguridad.

Para el Sr. X ya lo principal estaba hecho, y sólo le faltaba mi asesoría para determinar qué estaba bien o mal, la programación que tendría el canal en adición al programa que ya produce, además de uno que otro detalle técnico para poder transportar su contenido a la prestadora de servicio por cable que ya tenía contratada y con fecha establecida para iniciar.

Luego de mirar con detenimiento todo y hacer mi evaluación interna, no sabía por dónde comenzar o cómo hablarle para que no se sintiera ofendido él, ni quienes lo han acompañado en este proceso. Su mano derecha y asesor personal es la persona con la que siempre ha producido su programa de TV, un técnico que con el tiempo ha mostrado habilidades en procesos de producción, transmisión y más. Para el Sr. X la operatividad conjunta con esta mano derecha era suficiente para embarcarse en el proyecto de un canal de TV, ya que todo lo demás “es secundario”.

Pese a algunas fallas manejables que vi en todo, el trabajo hecho estaba bien para ser un estudio de televisión medianamente adecuado para grabaciones. No más de ahí. Ni siquiera su costosa computadora de mediana generación era suficiente, ya que carecía de las tarjetas de video requeridas para soportar los archivos con los que trabajaría (sin mencionar la falta de discos duros externos que permitan liberar espacio suficiente para que las aplicaciones y funcionalidades del equipo trabajen como corresponde).

El Sr. X, mano derecha y colaboradores no contemplaron que faltaban otros requerimientos elementales: una computadora especial que haga la función de servidor del Control Master (el cerebro de todo canal de TV); un eficiente sistema de comunicación inalámbrica entre el estudio y switcher de producción; una área exclusiva y bien acondicionada para contener los racks de los equipos que procesan todo lo que circula desde el estudio al switcher de producción y demás (por lo general en un cuarto con temperatura ambiente que contrarresta el calor que emanan tantos equipos juntos); y entre otras carencias, no se visualizó que la isla de post-producción necesitaba estar en un área distante al switcher de producción, ya que es imposible editar o post-producir de manera eficiente con las distracciones propias de una grabación desde el estudio.

No hay un área para las coordinaciones propias de un equipo de producción; no hay maleta de luces y demás equipos de producción exterior (para esas grabaciones se pensó en utilizar las mismas cámaras del estudio y micrófonos); no hay un generador de caracteres o computadora que permita titular o contener/crear los gráficos que han de pasar por el switcher; no hay espacio para improvisar un área para la coordinación de programación (no hay siquiera un estante o archivo metálico para guardar los discos duros y casetes que suponen tener los contenidos a transmitir).

Le expliqué al Sr. X y a su mano derecha lo que realmente se podía hacer con lo que tenían en existencia, así como todo lo que aún les faltaba para conformar lo indispensable para que un canal de TV pueda operar. Ellos crearon un estudio de grabaciones ideal para grabar su programa cuando deseen, sin necesidad de someterse a los horarios de grabaciones del canal de TV que lo transmite desde hace varios años. Entre otros puntos, les expliqué también que están creadas las condiciones para rentar el estudio para grabaciones de otros espacios (hasta donde las limitaciones lo permitan). Estudios como estos tienen cierta demanda para grabaciones de programas de panel, cápsulas, discursos y hasta comerciales.

Ellos entendieron que mis modestas observaciones eran muy drásticas y que equipar en base a lo indicado, les generaría costos tan elevados como los ya invertidos. En ningún momento entendieron que un canal de TV va más allá, con incremento de personal, equipo técnico, más espacio físico, costos administrativos y los altos gastos para contratar contenido, con todo lo que eso implica.

Consecuencias de la mala asesoría

Mi contrato de asesoría fue muy efímero con el Sr. X y su proyecto. Después de algunos meses me contactó nuevamente y se lamentó profundamente de no llevarse de mis consejos, ya que tuvo que gastar hasta el triple de lo que yo le había presupuestado y aún le faltaba gastar más. Tuvo fuertes discusiones con su asesor y mano derecha. También su contrato con la compañía de cable que transmite su señal resultó tener cláusulas elementales que no visualizó y que eventualmente no cumplió.

El Sr. X finalmente tiene el canal en el aire, pero falló en casi todo por no tener una real asesoría técnica, operativa y legal de lo que consistía tener una empresa audiovisual como la que anhelaba más allá del programa que produce. Ahora toda esa motivación e impulso que tenía se convirtió en frustración, ya que resultó en ser un negocio mucho más caro de lo que imaginó. Su desencanto y desesperación es tal, que ahora quiere asociarse con cualquiera que le ayude a compartir los gastos (hasta ha descuidado la producción del programa de TV que antes lo estabilizó).

El estimado Sr. X no visualizó, y no tuvo a nadie cercano que le orientó correctamente sobre el negocio de la televisión actual. No se orientó respecto a que una cobertura streaming tiene un alcance mucho mayor que una limitada retransmisión a través de una sola compañía de cable, así como la realidad que rige a las empresas y centrales de medio que colocan publicidad televisiva (sujetas a un cada vez más limitado pastel publicitario que tiene ahora un universo de medios para colocaciones).

Realidad en los pequeños canales de TV tradicionales

En la actualidad los canales de TV locales que viven bien o medianamente de la publicidad, llenan parámetros exigentes de calidad visual, cobertura y ratings. No obstante, la mayoría de ellos tienen que subsidiar sus gastos operativos con otro tipo de negocios, ya que sus gastos regulares son tan altos que no pueden ser cubiertos con los que les pagan por publicidad directa o indirecta.

La mayoría de esos canales de cable (que para una mayor cobertura transmiten sus señales mediante varias acuerdos con varias cableoperadoras, además de transmisión online), muchos similares al creado por el Sr. X, subsisten también cuando hay algo extraordinario, como bien pueden ser períodos de campañas electorales, donde la actual informalidad política permite a los diferentes partidos políticos y candidatos colocar gran cantidad de dinero para fines publicitarios. También en los sectores deportivos, gubernamentales y hasta en los religiosos, hay temporadas en donde se puede sacar cierta tajada monetaria que ayuda de alguna manera con los gastos operativos en algunos de esos medios.

Si a todo lo citado previamente sumamos el ascendente auge de las plataformas streaming con relación a la TV tradicional, vemos que el futuro es un tanto incierto para este tipo de inversiones. Lo más sano es no aventurarse a una rama del negocio de la televisión que se desconoce, por lo menos sin la asesoría correcta.

Ciertamente en los negocios hay que arriesgarse, pero también hay un refrán popular que dice “Zapatero a su zapato”. FM

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